EL SÍMBOLO PERDIDO, Dan Brown





Es que no sé por dónde empezar. Me he quedado absolutamente sin palabras. Bueno, quizás si digo que es de las novelas más pedantes, tramposas, absurdas, ridículas y risibles que he leído en mi vida pueda comenzar esta crítica en condiciones. Y mira que El Código Da Vinci había dejado el listón bajo, pero El símbolo perdido lo ha superado (por debajo) con creces.

Aviso antes de que sigáis leyendo: esta crítica va a tener spoilers. Porque sí, porque me da la gana, así que el que esté interesado en leer tan magna obra y conservar la intriga, que pare de leer ahora esto.

La cosa va esta vez sobre los masones. Que por cierto, que con la propaganda que les hace el pájaro éste te dan ganas de afiliarte pero ya. Qué hermandad más chupiguay, qué altruistas, qué cool, qué todo... El argumento en sí ya tiene su coña: el inefable Robert Langdon (Tom Hanks, claro) es requerido por su gran amigo y mentor para dar una conferencia en el capitolio de Washington. Enseguida se dará cuenta que el aviso ha sido una trampa y se verá abocado a una carrera conrtareloj para salvarle a él y al mundo entero, todo en una noche.

Y a partir de ahí empieza la diversión y las trampas una detrás de otra. Brown plantea un juego de pistas que ni en los Boy Scouts, con el típico ¡ay, qué pasará! al final de cada capítulo, ocultándote revelaciones que se ven a la legua, con un malo malísimo que es ridículo de tan malote y despiadado (por cierto, ¿Álguien no se ha dado cuenta de que es el hijo perdido del Maestro Masón ya en la página 15?) O comete fallos factuales y temporales de bulto (señores que corretean por ahí y dan discursos con una mano cortada como si fuera una uña rota, personajes que están metidos en tramas de horas mientras que para otros al mismo tiempo pasan pocos minutos, etc...) Y ya la máxima pirueta: la muerte de Tom Hanks, lo que hubiera sido un buen acierto, pero, ¡qué va! resucita a los pocos capítulos para jolgorio de sus fans, supongo...

Eso sí, se lee de un tirón porque en todas y cada una de las páginas pasan cosas, en un intento, supongo, de no dar pausa al lector, no sea que se dé cuenta de lo mal que escribe el amigo. Hasta el final, cuando por fin se acaba la acción (por cierto, ¿que pasa con el malo?) que se mete en unas disquisiciones ridículas y sonrojantes en las que llega a la conclusión (ojito) de que el tesoro de la sabiduría masónica, por la que se lía toda la que se lía, es la Biblia y sus revelaciones ocultas que, en realidad describe (ojito de nuevo) la mente humana y todas sus capacidades.

Acojonante, vamos...

Quedo a la espera de la próxima ocurrencia del bueno de Dan Brown, que promete ser de traca.

Comentarios

  1. Aixó es el que es diu una crítica dura. Pero per si d'un cas, vaig deixar de llegir al principi dels spoiler... Mai se sap...

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